Publicada en Publimetro Colombia

– Octubre 13 de 2015 –

La Consulta popular por los toros está muerta ahora mismo, según el Consejo de Estado. Mientras tanto, políticos taurinos oportunistas que la apoyaron, apostándole a su fracaso, crecen en votos a costa del entusiasmo y la ilusión de un movimiento respetable y una reivindicación progresista como pocas. Antes, varios de ellos tuvieron en sus manos proyectos de acuerdo para debilitar las corridas de toros y no los apoyaron. Hoy lamento que del afán no queden sino los votos.

Fui una de las personas que, creyendo fervorosamente en los mecanismos de participación ciudadana y habiendo hecho parte de quienes sugirieron la vía popular desde el comienzo de la alcaldía de Petro, consideraron este proceso desafortunado por el momento político (año electoral y trance gobiernista) y la pregunta que se quiso someter a consideración del pueblo.

Hoy sigo pensando que la pregunta debió ser por el uso de la Plaza –bien público de los bogotanos– con el fin de escamotear en las altas cortes debates sobre minorías y prohibicionismo. También, que debió esperarse hasta el 2016 para hacerse de la mano de un gobierno fresco y un concejo renovado y crítico, capaces de escuchar a todos los sectores del animalismo y respetar su independencia y autonomía.

Si los temores de algunas personas eran el umbral y los costos, creo que el movimiento animalista podría asumir el desafio de llevar a las urnas a 1.800 mil bogotanos y convencer de votar por el no subsidio a los toros (en caso de la pregunta por los recursos públicos) a 900 mil de ellos.

En cuanto al dinero, la democracia cuesta. Además, ya se han hecho otros procesos de participación y a nadie le han dolido. Y si es por falta de recursos, podríamos empezar por cobrarle a la Corporación Taurina los más de 5.200 millones de pesos que, según la Contraloría de Bogotá, evadió entre 2001 y 2008 por “falta de cobro y fiscalización oportuna” de los impuestos de azar y espectáculos y fondo de pobres.

En suma, creo que el mecanismo de la Consulta popular es viable y legítimo, pero para decidir si los bogotanos queremos seguir patrocinando o no, con nuestros recursos, corridas de toros. De no revivirse el proyecto de Consulta actual (aún faltan algunos recursos por resolver), bien valdría la pena apostarle a un segundo intento con esta otra orientación y en un escenario de oportunidad política más favorable.

De revivirse el proyecto actual, seré la primera en apoyarlo.

Inevitable será, en cualquier escenario, lidiar con las altas cortes hoy tomadas por intereses particulares. Así lo vimos en la selección de la tutela de la Corporación Taurina para revisión, cuyo apoderado ante la Corte fue el mismo Rodrigo Escobar Gil del caso “Fidupetrol”.

¿Cómo confiar en una Corte que amaña sus pronunciamientos al son de los lobistas?

Nada de esto nos puede amedrentar o detener. Ahora los animalistas están invitando a depositar una papeleta en las urnas el 25 de octubre para generar un hecho político de desobediencia civil por las vías democráticas. Yo depositaré la mía y mi confianza en el aliado natural de cualquier proceso de cambio social: el ciudadano.